Cae la tercera noche bajo este novel techo y puedo afirmar que es la primera vez que tengo la oportunidad de analizar el dormitorio de 2,50m x 2,75m. Las noches anteriores no habían sido suficientes y tampoco había podido prestar la atención necesaria para observar con detenimiento lo que todavía no había visto o seguramente había visto de otra manera, quizá más superficial. Ahora se cumple la primera hora del día. Susurrante oigo proveniente de la ventana y tal vez de un apartamento contiguo pero de un segundo piso, el sonido de un televisor emitiendo una película de trasnoche del canal 4. No se percibe el sonido de la calle a excepción de algún esporádico auto que se oye al pasar y resulta confortante el relativo pero cómodo silencio. El piso todavía es el orden dispuesto para los cachivaches y cosas de la mudanza inicial. La ropa está prolijamente acomodada y apilada a mi derecha debajo de la pequeña pero generosa ventana, remeras por un lado, pantalones por otro, sábanas y toallas en una bolsa y algunos bolsos con calzones y medias que me dan pudor tenerlos al descubierto también están colocados contra esa pared.
La que veo frente a mi tiene restos de una avanzada humedad y comienzo a pensar seriamente en que debería pintarla de algún color que me haga bien. Parte de la pared, un sector pequeño junto a la puerta, es el más damnificado por las filtraciones del agua y hasta deja ver el ladrillo rojo de la estructura que solamente se logra ocultar cuando la puerta del dormitorio, de un color gris azulado, se encuentra abierta. –En la película de al lado alguien recibe una llamada-. Debajo del sector de mayor humedad hay un enchufe, y del otro lado de la puerta, del lado del pestillo y ya sobre la otra pared, hay un interruptor de luz.
La pared a mi izquierda tiene una pequeña particularidad, una protuberancia que sale de ella con la forma de lo que parece ser una tuerca pero sin agujero central, y tiene todas las de ser parte del sistema de cañerías de la cocina que está del otro lado de la pared. –Tanda publicitaria-. Sobre el piso debajo de la tuerca están ordenadas de la misma manera que la ropa, las cosas que serán parte accesoria del dormitorio. Libros, un trifásico, las llaves, una bolsa de un regalo de Pablo que trajo de Barcelona, cigarros, el celular y una lámpara de papel, también regalo de Pablo, que tiene la forma de una cabeza de cohete y está enchufada al segundo y último enchufe del dormitorio que está sobre el rincón de la pared. En ese lugar, a pocos centímetros del suelo, surge con disimulo un caño que recorre el ángulo de las dos paredes hasta el techo.
La cuarta pared no tiene ningún elemento característico, ni enchufes ni tuercas protuberantes ni humedad, y me encuentra recostado sobre ella, con la cabeza reposada sobre dos almohadas que se apoyan contra la pared y el resto de mi cuerpo acostado sobre un maltrecho colchón provisorio hasta el arribo mañana de la nueva cama. Las piernas dobladas y el torso a medio sentar me mantienen en vilo mientras espero a que entre el sueño que se está demorando. –Sigue la película-.
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lunes, 22 de diciembre de 2008
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3 comentarios:
mejorando sustancialmente tu estilo pepein por lo que veo...
excelente la descripción de un momento ocmo ese en que no sabés bien qué elegir para pensar... la cabeza se queda quieta y llena de alarmas... alerta y a la vez tranquila, pero siempre re asustada la tipa.
qué cosa con la cabeza.
esta semana me pego esa vuelta.
Como dice muy claramente la señorita "Ocmo", muy buen estilo y claridad en el relato.
No sólo da ganas de vivir solo, también de leer el texto desde el beginning hasta el final.
Muy bueno pepein
(bueno el relato entre la peli)
pepe:
un placer leerte cada vez.
abrazo.
ro.
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